Honduras, con una estratégica ubicación geográfica en el corazón de istmo centroamericano, tiene una extensión territorial de 112,492 kilómetros cuadrados con una población de 6.5 millones de habitantes, 3.0 en el sector urbano y 3.5 en el sector rural.
La población hondureña ha presentado una tasa de crecimiento promedio anual de 2.8% en los últimos 30 años. El 42.5% de la población total es menor de 15 años, y la población económicamente activa es de 2.2 millones de personas, de las que 853,000 están ocupadas en el sector agrícola, caza y pesca, y 551,000 en servicios diversos.
Pese a la ejecución de tres programas de Ajuste Estructural de la Economía, a partir de marzo de 1990, la economía hondureña sigue mostrando desequilibrios. En el año 2000, la cuenta corriente de la balanza de pagos registró un déficit de 4.1% del Producto Interno Bruto (PIB), una deuda externa de 11.5% del PIB, una inflación todavía de dos dígitos (10.1%), y un déficit fiscal de 3.2%.
Las perspectivas económicas para el 2004 no son muy optimistas. Las autoridades del Banco Central prevén que el PIB real registrará una expansión de entre 3.5% y 4.0%, el déficit fiscal será de 4%, la brecha del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos seguirá situada en alrededor de 5% del PIB, pese a cierto repunte en el valor de las exportaciones de café y el país seguirá cada vez más dependiente de los ingresos de remesas, que con mil millones de dólares supera ampliamente otros “productos” de la oferta exportable.
Los logros que el Gobierno destaca en los sectores de comercio, maquila, servicios financieros y turismo de lujo, poco han impactado en la reducción de la pobreza. El aumento de la producción agroindustrial ha contribuido a aumentar las exportaciones pero no ha facilitado el acceso de la población pobre a los alimentos o a mejorar su dieta. Hay grave incertidumbre en materia de seguridad alimentaria. De acuerdo con el PNUD (Informes sobre Desarrollo Humano) Honduras tiene un nivel de desarrollo comparable a países como Egipto, Bolivia y Gabón.
El empobrecimiento se refleja en los niveles de desnutrición crónica en menores de cinco años, que se han mantenido casi estables (39%) desde 1987, muy lejos de la Meta del Milenio. Con una tasa de desempleo de 3.0%, la economía hondureña se caracteriza por la inserción de una gran cantidad de su fuerza de trabajo en el sector informal. Se estima que 3.9 millones de hondureños dependen de la economía informal. El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) estima que 86% de los últimos empleos se han generado en el sector informal.
La tasa del país en este aspecto está por arriba de la media latinoamericana y sólo la supera Nicaragua. Según cifras oficiales, en 1999, el 57% de los hogares urbanos se encontraban bajo la línea de pobreza, mientras que en las áreas rurales éstos llegaban casi a 75%. En los últimos años los porcentajes de pobreza absoluta en lugar de disminuir, aumentan. De acuerdo con la CEPAL, 79.1% de la población hondureña es pobre. A nivel de las familias con ingresos fijos, la tendencia que prevale es la de precariedad laboral, es decir, que no llegan a cubrir sus necesidades básicas. En la maquila, que da empleo directo a unas 120 mil personas, el ingreso mensual promedio es de 200 dólares. Sin embargo, al menos dos millones de personas sobreviven con menos de dos dólares diarios. En otro aspecto, la problemática educativa de la población hondureña se caracteriza por altos indices de analfabetismo (para el gobierno sólo es del 19%) y reducidos niveles de escolaridad.
En el país todavía hay 800 mil analfabetas, de las cuales 500 mil tienen edades que oscilan entre los 15 y los 24 años. En materia de medio ambiente, no obstante algunos esfuerzos en este campo, existen problemas serios, caracterizados principalmente por la degradación del suelo, destrucción de fuentes de agua, contaminación de agua (49% de las fuentes de agua para consumo humano tienen contaminación bacteriológica), suelo y aire, ataque a la biodiversidad, degradación de los recursos marinos y la deforestación. Del total del territorio nacional, dos tercios son de vocación forestal. Un 30% esta deforestado y la tasa anual de deforestación avanza en más de 1,000 Km2. El deterioro ambiental se agrava con el avance de la frontera agrícola hacia zonas de vocación forestal, el fomento de actividades productivas de agroexportación en zonas inadecuadas, la falta de seguimiento de los planes de manejo y control de la explotación maderera y el uso intensivo del bosque como fuente de energía.
El territorio predominantemente montañoso propicia la existencia de muchas fuentes hidrográficas, con un gran potencial hidroeléctrico y de irrigación que no ha sido desarrollado. En contraste, se han multiplicado las generadoras térmicas, favoreciendo grupos privados. Una de las consecuencias de esa política es el incremento de la factura petrolera, agravada por el alto costo de esa materia prima. En el sector vivienda, las cifras oficiales sólo reflejan un déficit de aproximadamente 700,000 unidades habitacionales, afectando al 60% de la población. Se estima que sólo 70% de las viviendas existentes disponen de servicio de energía eléctrica, un 89.7% tienen servicio de agua y 81. 6 % cuentan con disposición adecuada de excretas. De los 74 sistemas de alcantarillado sanitario existentes, solamente 42 (63.6%) poseen sistemas de tratamiento de aguas servidas y de las 183 localidades con más de 5,000 habitantes, apenas unas diez cuentan con sistemas de recolección y disposición final de basuras.
El tratamiento más común que se da a los desechos sólidos continúa siendo la incineración al aire libre, con lo cual se genera un mayor nivel de contaminación. Honduras, con una estratégica ubicación geográfica en el corazón de istmo centroamericano, tiene una extensión territorial de 112,492 kilómetros cuadrados con una población de 6.5 millones de habitantes, 3.0 en el sector urbano y 3.5 en el sector rural. La población hondureña ha presentado una tasa de crecimiento promedio anual de 2.8% en los últimos 30 años. El 42.5% de la población total es menor de 15 años, y la población económicamente activa es de 2.2 millones de personas, de las que 853,000 están ocupadas en el sector agrícola, caza y pesca, y 551,000 en servicios diversos. Pese a la ejecución de tres programas de Ajuste Estructural de la Economía, a partir de marzo de 1990, la economía hondureña sigue mostrando desequilibrios.
En el año 2000, la cuenta corriente de la balanza de pagos registró un déficit de 4.1% del Producto Interno Bruto (PIB), una deuda externa de 11.5% del PIB, una inflación todavía de dos dígitos (10.1%), y un déficit fiscal de 3.2%. Las perspectivas económicas para el 2004 no son muy optimistas. Las autoridades del Banco Central prevén que el PIB real registrará una expansión de entre 3.5% y 4.0%, el déficit fiscal será de 4%, la brecha del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos seguirá situada en alrededor de 5% del PIB, pese a cierto repunte en el valor de las exportaciones de café y el país seguirá cada vez más dependiente de los ingresos de remesas, que con mil millones de dólares supera ampliamente otros “productos” de la oferta exportable. Los logros que el Gobierno destaca en los sectores de comercio, maquila, servicios financieros y turismo de lujo, poco han impactado en la reducción de la pobreza.
El aumento de la producción agroindustrial ha contribuido a aumentar las exportaciones pero no ha facilitado el acceso de la población pobre a los alimentos o a mejorar su dieta. Hay grave incertidumbre en materia de seguridad alimentaria. De acuerdo con el PNUD (Informes sobre Desarrollo Humano) Honduras tiene un nivel de desarrollo comparable a países como Egipto, Bolivia y Gabón. El empobrecimiento se refleja en los niveles de desnutrición crónica en menores de cinco años, que se han mantenido casi estables (39%) desde 1987, muy lejos de la Meta del Milenio. Con una tasa de desempleo de 3.0%, la economía hondureña se caracteriza por la inserción de una gran cantidad de su fuerza de trabajo en el sector informal. Se estima que 3.9 millones de hondureños dependen de la economía informal.
El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) estima que 86% de los últimos empleos se han generado en el sector informal. La tasa del país en este aspecto está por arriba de la media latinoamericana y sólo la supera Nicaragua. Según cifras oficiales, en 1999, el 57% de los hogares urbanos se encontraban bajo la línea de pobreza, mientras que en las áreas rurales éstos llegaban casi a 75%. En los últimos años los porcentajes de pobreza absoluta en lugar de disminuir, aumentan. De acuerdo con la CEPAL, 79.1% de la población hondureña es pobre. A nivel de las familias con ingresos fijos, la tendencia que prevale es la de precariedad laboral, es decir, que no llegan a cubrir sus necesidades básicas. En la maquila, que da empleo directo a unas 120 mil personas, el ingreso mensual promedio es de 200 dólares.
Sin embargo, al menos dos millones de personas sobreviven con menos de dos dólares diarios. En otro aspecto, la problemática educativa de la población hondureña se caracteriza por altos indices de analfabetismo (para el gobierno sólo es del 19%) y reducidos niveles de escolaridad. En el país todavía hay 800 mil analfabetas, de las cuales 500 mil tienen edades que oscilan entre los 15 y los 24 años. En materia de medio ambiente, no obstante algunos esfuerzos en este campo, existen problemas serios, caracterizados principalmente por la degradación del suelo, destrucción de fuentes de agua, contaminación de agua (49% de las fuentes de agua para consumo humano tienen contaminación bacteriológica), suelo y aire, ataque a la biodiversidad, degradación de los recursos marinos y la deforestación. Del total del territorio nacional, dos tercios son de vocación forestal. Un 30% esta deforestado y la tasa anual de deforestación avanza en más de 1,000 Km2.
El deterioro ambiental se agrava con el avance de la frontera agrícola hacia zonas de vocación forestal, el fomento de actividades productivas de agroexportación en zonas inadecuadas, la falta de seguimiento de los planes de manejo y control de la explotación maderera y el uso intensivo del bosque como fuente de energía.
El territorio predominantemente montañoso propicia la existencia de muchas fuentes hidrográficas, con un gran potencial hidroeléctrico y de irrigación que no ha sido desarrollado. En contraste, se han multiplicado las generadoras térmicas, favoreciendo grupos privados. Una de las consecuencias de esa política es el incremento de la factura petrolera, agravada por el alto costo de esa materia prima. En el sector vivienda, las cifras oficiales sólo reflejan un déficit de aproximadamente 700,000 unidades habitacionales, afectando al 60% de la población. Se estima que sólo 70% de las viviendas existentes disponen de servicio de energía eléctrica, un 89.7% tienen servicio de agua y 81. 6 % cuentan con disposición adecuada de excretas. De los 74 sistemas de alcantarillado sanitario existentes, solamente 42 (63.6%) poseen sistemas de tratamiento de aguas servidas y de las 183 localidades con más de 5,000 habitantes, apenas unas diez cuentan con sistemas de recolección y disposición final de basuras.
El tratamiento más común que se da a los desechos sólidos continúa siendo la incineración al aire libre, con lo cual se genera un mayor nivel de contaminación.