La Pandemia denominada Covid19 ha impactado más de 190 países y seguramente, seguirá avanzando hasta cubrir todos los rincones del mundial donde haya seres humanos. Esta certidumbre, de muy fácil aceptación, representa un inminente colapso de escala planetaria de todos los sistemas socioeconómicos incluyendo los propios sistemas de salud pública. La vida y la socioeconomía como se ha conocido hasta ahora tendrá, necesariamente, que abandonar las creencias en “equilibrios automáticos” provistos por la economía de mercado.
La naturaleza de las crisis propias de la globalización supone buscar y afianzar el paso sobre otros caminos. El premio Nóbel Robert J Shiller afirma: “Un efecto a largo plazo de esta experiencia podría involucrar instituciones económicas y políticas más redistributivas: de los ricos hacia los pobres, y con mayor preocupación por los marginados sociales y los Ancianos”[1]. Una pista más concreta proviene de Jean Pierre Chevenement quien ha establecido recientemente: “Esta Pandemia revela las dependencias y fragilidades que hemos dejado acumular durante 3 décadas de mundialización. Naturalmente estas dependencias y fragilidades son el resultado de la aplicación de la filosofía económica de Friedrich Hayek y Milton Friedman, que consideraban que se debía permitir a cada actor individual optimizar sus cálculos económicos y que ello resultaría en el mayor crecimiento económico a nivel mundial… (más adelante puntualiza): Ningún país puede basar su futuro en especializaciones demasiado estrechas. Y depende de cada Estado hacer todo lo posible para preservar su tejido industrial o reconstruirlo cuando lo ha dejado deshilacharse”[2]
En el caso de Honduras, frente a los inevitables estallidos sociales por hambre y desatención que ya han tenido lugar, no es posible pensar que simplemente bastará en accionar el interruptor para que el sistema productivo vuelva a reconstituir las conexiones perdidas. Una razón básica de la imposibilidad es que los más de los 190 países estarán también reconfigurando y alterando sus segmentados aparatos productivos. Al menos el ritmo de la globalización perderá vértigo mientras los países, principalmente las economías más hegemónicas, reconvierten/cancelan sus segmentos fabriles con China y con innumerables países del tercer mundo. La ciudadanía de los países hegemónicos exigirá nuevos pactos sociolaborales que incluyan sistemas públicos de salud con mayores capacidades resolutivas. Para muchos países de aguda especialización como Honduras, significa un cambio dictado por los propios países hegemónicos: no continuar debilitando las estructuras socio productivas locales. Pero, además; este cambio sustantivo representa poder lidiar con volatilidad y creciente incertidumbre en los mercados internacionales.
Este es el sentido básico del presente informe: fundamentar contextualmente un plan de reactivación y conversión productiva tras las cuarentenas y aislamientos que ya están modificando las decisiones de los inversionistas locales y de aquellos externos con operaciones dentro del país y de países del Tercer Mundo similares a Honduras. Igualmente, la desaparición de industrias como las variedades de maquila existentes en el Valle de Sula o en Amarateca implicará: desmantelamientos y traslados a manera de un recentramiento, opuesto a la deslocalización de segmentos industriales que comenzó en la década de los años ochenta.
Inevitablemente el agotamiento de las existencias de cereales y alimentos importados, por rápido agotamiento de las reservas internacionales, supondrá volver rápidamente la vista al millón de hectáreas planas con riego que el país dispone y usa muy poco. El tradicional asistencialismo gubernamental, con transferencias o con bolsas de alimentos, no tendrá forma de ser financiado en pocas semanas con los exiguos ingresos fiscales. El supuesto vigor de la economía hondureña tendrá que basarse, en adelante, en los recursos internos y mucho menos en lo externo incluidas las remesas. El mundo que se acerca, rápidamente, a países como Honduras trae la impronta de la autarquía, véase nacionalismos, porque las ciudadanías organizadas exigirán lo afirmado por J.P. Chevenement: “hacer todo lo posible para preservar su tejido industrial”. Esto, de la misma manera, supone un nuevo orden de cooperación internacional.
El Foro Social de Deuda Externa y Desarrollo de Honduras FOSDEH ha apuntado varios elementos de corto plazo pero que conciernen fundamentalmente a las capacidades y decisiones atinentes a las responsabilidades de la autoridad política:
“Estas instituciones y la Presidencia de la República continúan con las perspectivas optimistas que no les deja ver los escenarios desfavorables que devendrán tanto para la economía como para la sociedad y las perspectivas fiscales tras el COVID-19. Ante estos panoramas, nos preguntamos, ¿Con la actual crisis, no debemos repensar esas proyecciones? Debido que también, trastocarán las proyecciones de ingresos fiscales, y, por ende, el gasto público y el Presupuesto General 2021.
De manera general se puede decir que el optimismo desbordado de las autoridades en la formulación y aprobación del Presupuesto General de la República se enfrenta de manera a la realidad hoy suscitada en todo el mundo, por lo que será necesario un replanteamiento tanto de la meta de recaudación como de los objetos de gasto priorizado, cabe entonces preguntarse ¿De cuánto es el espacio fiscal real de Honduras para atender el Covid19?”[3]. Y ahora, todo el equipo de técnicos y pensadores estratégicos de FOSDEH, advertimos que son más profundas y de mayor duración las transformaciones que se avecinan. El mundo conocido cambiará drásticamente tras las arrolladoras y catastróficas olas de una Pandemia que no se deja controlar como el ébola, el H1N1 o una simple influenza. Así, una cuarentena mundial que llegue hasta septiembre u octubre de 2020 dejará extraordinariamente frágil al sector externo del país y; además, con deuda pública y privada superior al 100% del PIB dejará, desafortunadamente, al país en estado de calamidad.
Proponemos estas reflexiones al tenor de lo que muchos analistas están advirtiendo. Los países del hemisferio norte no advirtieron que se aproximaba un cisne negro[4]. En Honduras se advierte apenas que esta crisis puede simplemente enfrentarse con reasignaciones presupuestarias y un súbito mayor endeudamiento: se trata como una crisis pasajera que servirá para aprovechar las lluvias de mayo para sembrar más granos básicos en tierras marginales: nacionales o ejidales. Es muy corta la mirada pues no se advierten los “cortocircuitos” en la economía internacional. Sin embargo, FOSDEH advirtió de las diversas consecuencias de la epidemia:
“El impacto económico fue reforzado con la aplicación del el Decreto Ejecutivo PCM-121-2020, donde el Gobierno de Honduras en Consejo de Secretarios de Estado, acordó la suspensión de las garantías constitucionales establecidas en los Artículos 69, 71, 72, 78, 81, 84, 93, 99 y 103 de la Constitución de la República, relativos a la libertad personal, libertad de asociación, reunión y de circulación durante 7 días en algunos municipios del país, disposición que se vio extendida en tiempo y espacio, posteriormente. Esta medida se llevó a cabo para procurar la contención y mitigación de las de los impactos negativos en la salud de la población, causados por el COVID19. Naturalmente, estás medidas han venido a causar un impacto en las relaciones comerciales, laborales y económicas del país, por lo que se debe considerar un plan para garantizar los ingresos, en concepto de sueldos y salariaros (ingresos monetarios), de los ciudadanos”[5].
[1] García Vega Miguel Angel, Así Será la Economía que vendrá tras el Virus. El País, 12 de abril 2020. In www.el país.com/economía/negocios.
[2] Chevenement, Jean Pierre (Entrevista): “Tendremos que reconstruir Europa como en 1945. Requiere Dinero y Deuda a largo Plazo.6 de abril 2020. www.elconfidencial.com/mundo/europa.
[3] FOSDEH, ¿De cuánto es el Espacio Fiscal de Honduras para atender la epidemia del Covid19?? Segunda Parte. 7 de abril 2020. Pg. 3.
[4] Un “cisne negro” según Nicholas Taleb lo define como un hecho fortuito que satisface estas tres propiedades: gran repercusión, probabilidades imposibles de calcular y efecto sorpresa. En primer lugar, su incidencia produce un efecto desproporcionadamente grande. En segundo lugar, tiene una pequeña probabilidad, pero imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho. En tercer lugar, una propiedad nociva es su efecto sorpresa. Cfr. Taleb Nicholas Nassim. El Cisne Negro. El Impacto de lo Altamente Improbable. Booket. 2007. Ramdom House. (se subraya el elemento de lo desproporcionadamente grande. In: https://jmonzo.blogspot.com/2008/03/el-cisne-negro-de-nassim-nicholas-taleb.html. (El texto sobre la descripción de un “Cisne Negro” pertenece a jmonzo.blogspot)
[5] FOSDEH. Análisis y Propuestas Socioeconómicas frente a la crisis del Coronavirus. 26 de marzo, 2020 Pg.2